miércoles, 24 de abril de 2013

LIBRO ILUMINADO

En los talleres de los monasterios medievales, los monjes se ocupaban de casi toda tarea artística e industrial practicada en la época; además de la arquitectura, escultura y pintura, trabajaban como orfebres y esmaltadores, tejían sedas y tapices, fundían campanas, encuadernaban libros, fabricaban vidrio y cerámicas. Algunos monasterios llegaron a ser verdaderos centros industriales recibiendo encargos de sus productos de otras iglesias y cortes señoriales de toda Europa; también constituían las únicas "escuelas de artes y oficios" existentes, donde aprendían el oficio artistas y operarios libres, gente errante que hallaba ocupación en otros monasterios, sedes episcopales y cortes feudales. Pero el arte por excelencia de estos centros era la copia de manuscritos. En cada monasterio había una biblioteca con salas de copia, scriptoria, donde se copiaban los libros y luego se intercambiaban con otros monasterios. Los libros copiados eran fundamentalmente libros religiosos: Biblias, Evangeliarios, Libros de Oraciones. Pero también, donde se encontraba alguna obra de la antigüedad, era copiada y preservada. Así llegó hasta nosotros la mayor parte de la rica tradición filosófica y literaria greco-romana.




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